Tu propia felicidad

 

Tu propia felicidad.

Cuantas veces, de manera repetitiva nos hemos preguntado si queremos volver a amar, parece si, algo sumamente extraño, inusual, hasta irreal, sin embargo esa interrogante tan recursiva y silenciosa puede hacernos recordar que un amor nos dejó: heridos, cabizbajos, desilusionados y que todo indicio de algo romántico nos provoca rechazo. Desde el fondo del corazón y el alma, se percibe un profundo miedo combinado de desesperanza, debido a que el solo hecho de darle una respuesta inmediata a esa pregunta paraliza.

Es que sin quererlo, es una respuesta dudosa la que recorre nuestras mentes, es como si de pronto sin saberlo perdiéramos la ilusión, esa chispa, esa pasión y no es por depresión o algo parecido, es más bien una sensación nata de inseguridad de creer en alguien de nuevo, es como si de pronto sintiéramos una configuración errada del alma que salió mal, una programación fuera de lugar o un ensamblado sin sentido.

Es como si de pronto, por ejemplo se buscara incesantemente el par de zapatos que tanto nos gustaba pero ahora ya no está, y por consolación no queremos tomar el que recién colocaron en la vitrina para sentirnos bien, a gusto o tal vez satisfechos, queremos más bien, algo más de la vida, queremos que no solo la sonrisa de un nuevo amor nos sorprenda, pero, sencillamente no sabemos si es una quimera o por lo contrario no estamos verdaderamente enfocados en eso.

De manera irreverente quizás, queremos tranquilidad en el corazón, en la rutina diaria, en los sueños y metas, es como si se analizara que para ser feliz no se necesitara de alguien. No ansiamos tiempos de ilusión pasajera, besos de un día o caricias momentáneas, no por falsas creencias en el amor, es más bien algo particular.

Cuando nos hallamos en las noches, recostando la cabeza en la almohada, sentimos que los episodios amorosos de nuestra vida amorosa han pasado tan rápido, que decimos que tonto o tonta fui en ciertas ocasiones y cuestionamos aquellas elecciones apresuradas por no sentirnos solos, juzgados por la sociedad o por los más cercanos a nuestra vida. Frente a esos cuestionamientos sociales, un fragmento de nuestra personalidad siente una transformación, algo que te ínsita a amarte a ti mismo, pensando ser felices por nuestra cuenta, el apego a sentirnos valorados, en vez de estar en una relación tormentosa o fracasada.

Ante esto se deben vencer los estereotipos, los cánones sociales y las formalidades, donde se concibe que para ser feliz se necesita de un hombre o una mujer, esa persona no nos viene a hacer felices pues nosotros somos nuestra propia felicidad, él o ella son solo compañeros de vida, no porque se marchen se nos debe destrozar el alma.

Es por ello, que se debe buscar la felicidad meditando sobre el amor propio ante todas las cosas, pues las personas o los amores son pasajeros, lo que realmente perdura es el amor propio.

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